“Bourne, el ultimátum” de Paul Greengrass está basada como
sabemos en la historia de un ex miembro de la CIA (Matt Damon) que fue
sometido a un importante experimento.
El film comienza con la persecución de un famoso periodista por haber revelado
información secreta, y a quien Bourne ayuda a escapar.
Así Jason desarrolla habilidades poco comunes para la raza humana, lo que le
permite al mismo tiempo proteger y matar gente. Su plan se ve desarrollado en
las dos entregas anteriores: vengarse de todos los que alguna vez trataron de
matarlo, y principalmente aquellos que hicieron de él lo que es ahora: una rata
de laboratorio buscando paz. En Identidad Desconocida (2002) trató de
descubrir quién era. En La Supremacía Bourne (2004) vengó el asesinato
de su novia. Ahora, él regresa a casa y tiene un mensaje claro y preciso para
sus perseguidores: "Me acuerdo de todo".
En este caso admiramos a un sujeto que verdaderamente es inmortal e
increíblemente inteligente. Durante esta tercera parte (al igual que en las
otras dos) se les hace muy difícil e incluso imposible atrapar a este hombre
cuya mente va demasiado rápido comparado con el resto de la gente, y que dejó
de ser humano hace mucho tiempo. Eso es tal vez lo que choca de la película. Si
bien admiramos su intelecto y rapidez mental y sus habilidades con el cuerpo,
Bourne vendría a ser fantasiosamente un súper héroe, algo que no fue planteado
en la primera parte. En esta ocasión se sale bastante de la realidad del
personaje.
Algunos vuelven a aparecer para desgracia o suerte de Bourne. Una agente
conocida para Bourne (Julia Stiles) lo encuentra de casualidad y decide
ayudarlo, así Jason se ve en la obligación de protegerla.
Si hay algo que caracteriza a esta película es que no se lo deja descansar al
espectador ni un sólo segundo por su adrenalina y situaciones límite.
Recurriendo a imágenes casi fugaces, la acción provoca que el ojo del público
se mantenga expectante, inquieto y se convierta en desprevenido, ya que cada
escena asombra hasta en el más mínimo detalle. El diálogo no es una cualidad
esta vez, sino más bien una osada combinación de rápidos momentos extremos y
flashbacks.
Lo que se remarca durante los 115 minutos de cinta es la importancia de la
justicia a su debido tiempo, luchar por los ideales y valores de cada uno y
sobre todo no quedarse de brazos cruzados cuando se comete una aberración como
ésta. “La venganza nunca es buena”, dicen por ahí; a lo que agregaría: “Pero si
es justa bienvenida sea”.
--- SI ---
No hay comentarios:
Publicar un comentario