miércoles, 23 de mayo de 2012

La casa de los niños tristes...


Llegada de España, “El orfanato” es la escalofriante historia de Laura (Belén Rueda), madre de Simón (Roger Príncep), un niño muy extrovertido y con problemas psicológicos severos, tales como inventarse amigos imaginarios. Laura ha encontrado el hogar ideal para su familia, un lugar muy especial que le trae muchos recuerdos, una casa gigante con muchas habitaciones que antes funcionaba como albergue para ochos chicos huérfanos, entre ellos la protagonista, quien pretende revivir su época allí habilitando la casona de nuevo.
Pero no todo será color de rosa para esta familia. Hechos extraños comienzan a tomar lugar y su hijo desaparece un día sin rastro alguno. Al principio no quiere creer en lo que se presenta frente a sus ojos, pero poco a poco se irá dando cuenta de todo por sí misma gracias a “signos” en el interior de la casa, lo que la conduce a una terrible y penosa verdad.
Esta creación de Guillermo Del Toro y J. A. Bayona[1] como director, cuanta con efectos interesantes, con una trama de misterios y aparecidos que causa esa sensación de acurrucarse en la butaca del cine y taparse los ojos por miedo a lo que vendrá. Con un guión muy interesante, esta película deja atónito a cualquiera y hace creer en lo increíble, los hechos están ahí pero sólo hay que saber verlos e interpretarlos.
Agregando un poco más, escenarios interesantes de tonos grisáceos recrean la verdadera idea de la cinta, con exteriores naturales, como el jardín del orfanato, y una playa y gruta cercanas. Impresionante y emotiva por donde se la mire, cargada de un dramatismo feroz que da una puntada al corazón. Muy precisa, original y en ocasiones tierna.





[1] Director de dos cortometrajes premiados: “Mis vacaciones” (1999) y “El hombre esponja” (2002)




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Filmoteca para todos


Con este nombre Canal 7 le da cuerpo a un espacio dedicado enteramente a los cinéfilos del cine clásico. Se emite de lunes a viernes a la 1:30 de la mañana, con conductores críticos y coleccionistas como Fernando Martín Peña y Fabio Manes.
De diversos géneros, los films que muestra este ciclo hacen un recorrido por los comienzos del séptimo arte de los hermanos Lumière, filmado en blanco y negro, hasta llegar a películas clásicas en color de años posteriores.
El martes me di el lujo de disfrutar una de estas tantas obras maestras: The Terror (“El Terror”) de 1963, dirigida por Roger Corman. Como su nombre lo indica, el film honra el cine clásico de misterio e intriga, y cuenta con actores reconocidos para su época, tal es el caso de Boris Karloff, famoso por aparecer en producciones de este tipo. Aquí encarna al Conde Von Leppe, quien posee un inmenso castillo donde hechos misteriosos ocurren frecuentemente.
También hay una presencia muy curiosa en el film: un Jack Nicholson muy joven, morocho y esbelto que interpreta a Andre Duvalier, un soldado de Napoleón que se topa con este conde en busca de algunas respuestas frente a lo ocurrido. Se hospeda por un día en la mansión y devela la verdad junto con Stefan, el mayordomo del lugar.
Sandra Knight
encarna a una extraña y bella joven que anda rondando en la noche, que aparece y desaparece inexplicablemente. ¿Por qué?... eso es lo que a Duvalier no lo deja dormir.
Esta producción cuenta con nombres de directores muy reconocidos como Martin Scorsese, Francis Ford Coppola y el mismo Jack Nicholson aportando ideas.
Esto es lo que más se destaca de este film tan sencillo. Tal vez se espera mucho más de él, pero no hay que prestarle tanta atención a su trama, sino a su composición y sus actuaciones, teniendo en cuenta que no tiene nada que ver con el cine de estos tiempos. No esperen encontrar una obra maestra de Spielberg, sino una sencillez clásica que nos remonta a una época en la que este tipo de películas eran las mejores.
Son muy interesantes estos años del cine y es muy importante que el que pueda se empape de sus temáticas constantes como son monstruos, aparecidos, etc.
Un espacio para que los cinéfilos abran la cabeza a otras opciones.


La agonía no es mala


“Antes de partir” (“The Bucket List”) de Rob Reiner, es una conmovedora historia de dos enfermos terminales, el profesor de filosofía Chambers (Morgan Freeman) y el multimillonario Edward Cole (Jack Nickolson), que se proponen pasar los últimos meses de su vida de la mejor manera. Todo comienza cuando a Chambers le avisan de su enfermedad y una vez internado, se encuentra con este empresario reconocido , dueño del hospital y quien se convertirá en su compañero de aventuras.
Al conocerse mejor, estos dos hombres deciden hacer una lista con promesas a cumplir. Entre ellas está el gran viaje que nunca pudieron hacer. Lo que sigue es una serie de divertimentos que provoca que estos dos compañeros de cuarto se cuenten historias e intenten sacarle el jugo a sus días con un motivo más para vivir.
Cargada de emoción, risa y profundidad, este film saca lo más triste de padecer una enfermedad de este tipo y cómo enfrentarla con la mejor cara.
La película nos lleva a pensar que es preferible hacer ahora aquello que de alguna manera tenemos pendiente en la vida, y que quizás no podamos hacer nunca. La cinta nos mueve a decir: “Ahora es el momento, después puede ser demasiado tarde”.
Los personajes cautivan y provocan cierta compasión, además de hacer surgir el pensamiento de “vivir cada minuto de la vida como si fuera el último”.
Con diálogos emotivos, un toque de simpatía, humor e ironía, la cinta promete éxito, gusto y complicidad por parte del publico y una esperanza inusitada por el futuro. Se puede decir que los personajes son muy optimistas con respecto a su estado y afrontan cada decisión o momento difícil con una sonrisa. Estos dos hombres son un ejemplo de lucha y determinación.
Chambers se enfrenta a su mujer para cumplir con su meta, porque en momentos así, lo único que importa es él mismo y su compañero, tratando de que cada día no sea un padecimiento y una carga sino una alegría por despertar vivo cada mañana.
En resumen, el film es tan dulce como amargo, tan simple como emotivo y tan profundo que no deja lugar a la frialdad ni superficialidad.



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Eran otras épocas...


“10.000 a.C” comienza con el relato en primera persona de la historia de una numerosa tribu y en especial, de dos de sus integrantes: D’Leh (Steven Strait) y Evolet (Camilla Belle)[1], que desde chicos ya su futuro había sido premeditado. Estos dos jóvenes enamorados tendrán que enfrentar bestias prehistóricas, tribus muy peligrosas y recorrer largas distancias para defender su amor y honor.
D’Leh siempre estuvo enamorado de ella y su objetivo en la vida era ganarle a todo para quedarse con su corazón por mandato divino. Su padre había partido hacía unos años y él siempre lo llamó cobarde, porque así se lo hicieron creer. De este modo, este joven comenzó descubriendo aspectos de su vida que jamás imaginó, mientras Evolet era capturada por un grupo de maleantes que pretende ponerla como esclava en la famosa Ciudad del Dios.
Esta trama intrincada resulta ser muy entretenida para gente de todas las edades y la película dura el tiempo justo. La idea central del film es clara, y así también su mensaje. En esta cinta no sobra ninguna imagen, por lo que si se le sacara alguna, ya no se entendería gran parte de la misma.
Se puede decir que su director Roland Emmerich (“Día de la Independencia/”El día después de mañana”), combinó la acción de las buenas peleas, con los efectos 3D para los animales, las actuaciones sobresalientes y un canon de vertiginosidad para dar nacimiento a esta gran aventura.
Muy bien ambientada, grabada en escenarios naturales para los exteriores y excelente la manera de plasmar la historia y llevarla a una época que es bastante difícil de recrear.
La película logra su cometido; un poco de historia y cultura, mezclado con la aparente veracidad de los hechos y lo salvaje del momento.
Realmente para disfrutarla en cine, una película muy profunda, con planos y dinámica extraordinarios al mejor estilo “Apocalypto”.
10.000 a.C le debe su nombre a la gran época en que tanto el hombre como el animal eran salvajes y recorrían juntos las grandes tierras. Una época en que se forjaron las grandes creencias e ideas que se verían reflejadas en la humanidad posterior.
Una producción con todas las letras. Muy buena.

[1] Aunque se piense que Camille Belle no es una actriz conocida, ella estuvo en varios films. Pero seguramente se la recordará más en una pequeña escena de “The Lost World: Jurassic Park”, en la que era devorada por pequeños dinosaurios en la playa de la isla mientras su madre gritaba.




--- SI ---





Una bestia a base de formol


The Host”, una producción surcoreana dirigida por Bong Joon-ho, narra la historia de Song Kang-ho (Park Gang-du), un padre humilde a quien le fue secuestrada su hija por una horrible criatura que vive en el río Han de Seúl pero que sale a la ciudad a capturar y comer gente.
El padre y hermanos de este hombre lo ayudarán en la lucha contra la bestia antes de que acabe con su hija.
Él continúa buscándola porque presiente que sigue viva pero nadie le cree.
Al tener contacto con el animal Song se infecta y por eso es sometido a una serie de estudios médicos y científicos, por lo que la lucha por su niña se detiene momentáneamente. Sin embargo, un padre desesperado no puede esperar y decide escaparse y continuar la búsqueda.
Al decir verdad, la película está bien hecha y contiene efectos bien logrados que la acompañan. Pero a pesar de esto, no cuenta con un contenido profundo. La trama es débil, un tanto cómica y nos recuerda a la famosa “Godzilla” en algunos de sus detalles aburridos.
Los actores no sobresalen mucho. Es que en un film de estas características tampoco hay que esmerarse demasiado.
Una película simple, sin giros interesantes, una producción regular y muy predecible.



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El barbero diabólico


“Sweeney Todd” es el nombre que Tim Burton eligió para Jonnhy Depp a la hora de llevar la famosa ópera de Stephen Sondheim llamada igual a la pantalla grande.
Esta cuenta la historia de Benjamín Barker, el mejor barbero de la ciudad. Un personaje lúgubre, macabro y morboso que se convirtió en lo que es debido a que el juez Turpin (Alan Rickman) le quitara su familia hace 15 años. Sweeney es un seudónimo escogido por el mismo Barker para ocultar su verdadera identidad.
La venganza, las ganas de conseguir cierta satisfacción y un enojo que no lo deja dormir son los rasgos principales de un hombre que pasó mucho tiempo en prisión injustamente. De vuelta en Londres, instala junto a su amiga y vecina la Srita. Lovett (Helena Bonham Carter), un negocio que les saldrá redondo: él arriba en su barbería decapitando gente, ella abajo recibiendo los cuerpos muertos y alimentando a millones de ciudadanos con su carne.
Pero lo que hace que éste film sea verdaderamente atrayente son sus excelentes actores y participaciones especiales, el vestuario y peinado junto con el maquillaje (un pálido escalofriante a lo “Drácula” envuelve los rostros de los personajes), y los escenarios. Burton sabe cómo causar diferentes efectos a los espectadores con su marca característica: una ciudad sombría, llena de pobreza, sin sol, con chimeneas humeantes y calles oscuras. Allí es donde nacerá el crimen, se derramará sangre y el barbero tendrá al fin justicia.
Al ver a Johnny en acción, es inevitable que nos remontemos a aquel “Joven manos de tijera” con el pelo oscuro revuelto, cara pálida, ojeras y traje negro. Depp encaja perfecto en los personajes de Burton, ya que es su actor fetiche.
El film cuenta con toques de humor negro y mucha sangre (ésta es demasiado roja al mejor estilo Burton, y da una sensación de irrealidad), pero además tiene sus vueltas alegres, coloridas, anecdóticas y sentimentales.
A pesar de contar con diálogos hablados, la película es en su mayoría cantada, lo que se esperaba de un director que quiera reflejar la obra íntegramente. Esto no le resta puntos a la cinta pero quizás los espectadores esperan ver otra cosa cuando se sientan en la butaca. Igualmente, Burton hizo de la ópera una verdadera obra de maestra.
Excelente por donde se la mire!(salvo en el tema de la sangre). Johnny Depp increíble!



--- SI ---