“La
casa del lago” es una historia extremadamente dramática y romántica. A pesar de
no causar llanto en ningún momento, la película del director argentino
Alejandro Agresti revela los desencuentros amorosos de un arquitecto, Alex (Keanu
Reeves) y una médica, Kate (Sandra Bullock). El obstáculo principal
es literalmente el tiempo. Uno vive su vida en un año mientras que el otro lo
hace en otro. A pesar de esto, el film no contiene flashbacks, sino que
increíblemente se desarrolla en el tiempo real de cada personaje. Uno así se
preguntaría: ¿Cómo es esto posible?, pero así sucede.
Agresti
vuelve a la carga, luego de Valentín (Rodrigo Noya/Julieta
Cardinali), con este emocionante y tranquilo largometraje que junta
nuevamente a Bullock y a Reeves luego de Máxima Velocidad (1993).
La
trama refleja claramente el inconveniente de ambos personajes, no saber si sus
sentimientos son reales y si el otro en verdad existe, o es un mero producto de
su imaginación, o de un pasado al cual no formaron parte.
Su
único medio de comunicación son las cartas que se envían todos los días
tratando de conocerse a la distancia. Y tienen un lugar en común: ambos viven
en la misma casa, hasta que ella se muda a otro lugar un poco alejado. Pero a
pesar de las circunstancias trágicas la comunicación sigue y harán todo lo
posible por verse la cara y estar juntos al fin.
De
género melodramático, la película es un remake de II Mare,
siguiendo con la tendencia actual de realizar nuevas versiones de films
japoneses.
Sobre
el final, se van resolviendo distintas cuestiones y se van desechando algunos
personajes, como el novio de Kate, su madre y la pareja de Alex. Esto tal vez
sea considerado como un error del director para muchos críticos, pero
personalmente no creo que sea así, ya que le da un toque muy peculiar propio
del Agresti de estos tiempos, y no el antiguo.
Hablando
del desenlace, el mismo no sale de lo común y es un poco evidente.
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SI ---
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